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Es la capa más profunda de la piel. También conocida como capa subcutánea. Se compone de células grasas que protegen tus sistemas nervioso, linfático y sanguíneo.
La hipodermis ayuda a conservar tu temperatura corporal, proporciona forma a tu contorno corporal y le da movilidad a toda tu piel. Su grosor puede cambiar dependiendo de las partes de tu cuerpo y puede ser diferente entre las personas.
El sistema linfático cumple una función importante en la autolimpieza de tu piel. Sus vasos articulados corren paralelos a los sanguíneos circulando la linfa entre tu piel y tus músculos. La linfa es un líquido claro esencial para ti, pues suministra alimento a tu piel y extrae aquellos residuos que no necesita. Si la circulación se interrumpe, tu piel pierde alimento y se puede causar toxicidad o la generación de otras enfermedades de la piel.
Para conservar sana esta capa córnea debes realizar ejercicio, mantenerla hidratada y protegerla del clima y la contaminación.
La clave para la hidratación consiste en restaurar y fortalecer la barrera que captura y fija el agua en las células. Para esto, el uso de aceite de girasol u otra fuente de vitamina F, la glicerina, el extracto de castaña u otro exfoliante natural o los extractos de plantas tropicales, pueden ayudar a fijar el agua y evitar su evaporización.
Realizar ejercicio con regularidad es beneficioso para la salud y es vital para la hipodermis porque fortalece tu sistema linfático. Además, reduce el riesgo de cardiopatías y embolias, el estrés y la ansiedad, regula la tensión, ayuda a perder peso, mejora el sistema inmune y los niveles de concentración y energía.
El ejercicio contribuye a la textura de tu piel manteniéndola fresca, con brillo sonrosado y aspecto saludable gracias a la estimulación de la circulación que lleva oxígeno y nutrientes a todas las células de tu cuerpo. Cuando te ejercitas sudas, lo cual te beneficia porque eliminas toxinas que limpian tu piel.
Hoy en día médicos deportólogos recomiendan realizar ejercicio moderado mínimo treinta minutos, cinco o seis veces por semana. De esta manera logras no solo conservar sana la estructura de tu piel sino mejorar tu estado cardiovascular y en general tu salud.
Para esto puedes ir al gimnasio, caminar a paso rápido o realizar actividades físicas que te hagan sudar. Si cuentas con poco tiempo flexible puedes realizarlo en breves periodos de tiempo hasta completar los treinta minutos. Recuerda complementar con alternativas para mantenernos más activos como subir las escaleras en vez de utilizar el ascensor o realizar tus vueltas caminando y no en tu carro.
El tiempo sugerido es suficiente si quieres mejorar tu piel y fortalecer el funcionamiento de la hipodermis. Sin embargo, si deseas bajar de peso deberás incrementar el tiempo y la intensidad de tus rutinas de ejercicio.
Factores externos como el clima y la contaminación influyen en el estado de las capas de tu piel. Si vives en una zona con variaciones de temperatura o de condiciones climáticas como estaciones, es posible que requieras cambios en los cuidados de tu piel. Los productos habituales aconsejables en determinada estación del año, pueden resultar menos eficaces en otras.
Los rayos solares provocan la aparición prematura de líneas de expresión, bultos, hinchazones y problemas más graves como el cáncer de piel. El incremento de la humedad aumenta la producción de grasa en la capa profunda de la piel agravando problemas como el acné y generando salpullido debido a la producción de sudor.
Para controlar estos efectos no deseados te sugiero mantener tu piel fresca con duchas y baños, evitar exponerte al sol, utilizar protector solar con factor de protección solar (FPS) mínimo de 30 y utilizar productos para el cuidado de la piel bajos en grasa.
En temperaturas frías con aire frío y vientos propios de invierno, la piel se vuelve más sensible y frágil. La circulación se dificulta y el metabolismo generado desde la hipodermis hasta la epidermis se vuelve perezoso llevando menos oxígeno a las células. Es por esta razón que tu piel se seca, escama y agrieta. Si la deshidratación es muy alta se pueden agravar afecciones como el eccema.
Tratar de mantener caliente el ambiente no es deseable debido a que los cambios bruscos de temperatura empeoran problemas de venas rotas y rosácea. Además, el exceso de calor que proviene del sistema de calefacción deshidrata tu piel y ocasiona envejecimiento prematuro, líneas de expresión y manchas.
Para controlar estos efectos no deseados te sugiero abrigarte, proteger tu piel del viento, utilizar humidificadores y airear los espacios con una ventana abierta por periodos cortos de tiempo. Recuerda consumir suficiente agua, realizar ejercicio y utilizar una buena crema hidratante para tu rostro y cuerpo.
La contaminación que proviene del humo y el smog aumenta los niveles de radicales libres producidos en tu cuerpo. Estos átomos aceleran el proceso de envejecimiento porque dañan las células cutáneas y rompen las fibras de colágeno y elastina. Otros agentes contaminantes en el aire pueden secar tu piel y obstruir tus poros generando imperfecciones en la epidermis.
Para controlar estos efectos no deseados te sugiero consumir alimentos ricos en antioxidantes y utilizar productos de cuidado de la piel con alfahidroxiácidos e ingredientes como la vitamina A, C y E que tengan largo alcance de penetración en las células cutáneas. No olvides limpiar tu rostro todas las noches para retirar toda la suciedad que proviene de la contaminación a la cual estuvo expuesta tu piel durante el día.
Por encima de esta capa de la piel conocida como la hipodermis se encuentra la dermis y finalmente la epidermis.
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