Home > Envejecimiento > Tercera Edad
La tercera edad puede ser una etapa difícil debido a los cambios físicos que sufre la piel y cambios internos del cuerpo.
Estos cambios deben ser aceptados con naturalidad pues son irremediables.
La menopausia se presenta usualmente entre los 45 y 55 años de edad. Durante y después de esta etapa, tanto hombres como mujeres experimentan cambios.
Entre los cambios propios de esta etapa encontramos una disminución en la actividad de las glándulas sebáceas y en la producción de estrógenos. Naturalmente, la piel pierde gran cantidad de humedad y se reseca.
Adicionalmente, la piel se vuelve mucho más sensible dado que su grosor disminuye. Al ser más frágil y menos elástica las arrugas son inevitables.
La piel pierde su elasticidad natural debido a los cambios estructurales que se producen en las fibras elásticas de su tejido conjuntivo. Dado que su estructura no es tan fuerte como antes, ésta se afloja, estira, arruga y cae. También es frecuente encontrar en la piel los efectos dañinos ocasionados por el sol durante la juventud. Cambios de pigmentación, textura y manchas son algunos de ellos.
El colágeno ejerce una función estructural vital en tu piel, en especial en la dermis. Gracias a esta molécula proteica, los tejidos y vasos sanguíneos de tu piel se sostienen manteniéndola firme.
La producción de colágeno disminuye hasta en un 30% durante la tercera edad y los 10 años posteriores a la menopausia. Esto ocasiona la pérdida de firmeza en la piel. Los signos de envejecimiento como las arrugas o manchas pueden ser más notorios en la edad madura si la piel ha sido expuesta por mucho tiempo a la luz solar sin la protección adecuada.
Se ha comprobado que el sol debilita las fibras colágenas ocasionando su rompimiento. Es por esta razón que personas que se han expuesto al sol sin protección, en comparación con otras que sí se han protegido, suelen presentar arrugas más profundas y a más temprana edad. Algunos tratamientos faciales pueden ayudar a rejuvenecer la piel porque aceleran la producción de colágeno y elastina, así como reparan o disminuyen algunos de los signos de envejecimiento.
Durante el envejecimiento la renovación de las células se hace más lenta, pasando de una regeneración con duración entre 21 y 40 días a 40 y 80 días aproximadamente. La circulación de la sangre también se deteriora. Cuando esto sucede, la sangre llega con dificultad al corazón debido al efecto de la gravedad. Por consiguiente, no llega suficiente sangre oxigenada a la piel. La falta de ejercicio al igual que la edad empeoran la circulación.
Al disminuir el ritmo de sustitución de las células, éstas se van acumulando en exceso en la superficie de la epidermis de la piel. Esto ocasiona un incremento en la densidad de la piel y un cambio en su textura haciéndola más áspera y menos elástica.
Si el ritmo de circulación de la sangre disminuye, la piel tarda más tiempo en curar o sanar. Es por esta razón que cualquier herida, cortada o rascada que solía sanar rápidamente en la juventud, en la tercera edad toma más tiempo y cuidado. También se pueden formar cicatrices o manchas con mayor facilidad.
Si comparas las fotos de tus papás o abuelos cuando eran jóvenes con las más recientes, encontrarás que sus rostros han cambiado notoriamente. Para algunas personas estos cambios pueden generar un impacto emocional negativo. Por esta razón debemos entenderlas y ayudarlas a superar y asumir estos cambios.
También debes tener conciencia de que tu rostro cambiará inevitablemente cuando llegues a la tercera edad. Lo importante es que tengas claro que la juventud siempre estará dentro de ti. De tu actitud ante la vida dependerá que "madures" y no "envejezcas" con el paso de los años.
En la edad madura, los cambios en el rostro suceden debido a dos razones. Primero, debido a la pérdida de grasa en la capa subcutánea de la piel. Segundo, debido a la contracción del hueso facial.
La hipodermis está compuesta de grandes cantidades de grasa que desaparecen con los años. Esto en conjunto con la disminución en el espesor y elasticidad de la piel, ocasiona la aparición de arrugas alrededor de la nariz y boca, en la mandíbula, barbilla y cuello. La piel además de arrugarse se cae, lo que termina modificando el aspecto del rostro.
Por otra parte, la pérdida natural de hueso en el cuerpo se incrementa entre los 50 y 60 años de edad. En la cara, al contraerse el hueso facial, los músculos pierden la base que los sostienen. Al reacomodarse los músculos se genera flacidez, ruptura de tejidos y aparición de más arrugas que también modificarán el aspecto físico de nuestros rostros.
En general, los cambios en el rostro son normales debido a la tercera edad. Recuerda que en esta etapa tu salud es más importante que tu aspecto físico.
Muchas de las enfermedades de la piel en especial el cáncer de piel son más frecuentes en la tercera edad. Es importante que a esta edad te realices inspecciones periódicas que te permitan comprobar que tu piel se encuentra en apropiado estado de salud. Para revisar las zonas de piel donde no tienes acceso visual es posible que necesites ayuda de algún familiar. Si encuentras anomalidades debes consultar un médico de inmediato.
Durante las inspecciones te sugiero verificar lo siguiente. Primero, que tu piel no presente bultos, lunares nuevos, problemas de pigmentación o morados. Segundo, que las manchas presentes sean normales debido a la edad y que no tengan características o aspecto similar a las ocasionadas por una enfermedad grave como la queratosis solar o cáncer de piel de célula escamosa.
Recuerda siempre solicitar un diagnóstico médico en caso de tener dudas respecto a un síntoma de cáncer de piel. Es importante que te informes sobre las principales enfermedades de la piel y algunos de los cuidados necesarios para curarlas y prevenirlas. También conoce los cuidados apropiados de la piel en la vejez.
Volver a Envejecimiento
Ir al Home
Comentarios en Facebook!
Opina sobre lo que acabas de leer! Escríbeme un comentario.